25 abr 2008

LA CONDESA Y EL VIROT

A DIA DE HOY, ESTA LAPIDA HA SIDO SUSTITUIDA POR OTRA CON DIFERENTE TEXTO, POR RAZON DE CUMPLIR LA LEY DE MEMORIA HISTORICA.
EN EL MOMENTO DE ESCRIBIR ESTE ARTICULO TODAVIA ESTABA ALLI.
FUE SUSTITUIDA EN MARZO DE ESTE AÑO 2008.



Este paraje, harto de tragedias, ha aprendido a curar sus heridas con el paso del tiempo; convirtiéndolas en leyendas para evitar el sufrimiento.



Este es el caso de lo sucedido con Doña Hercelia de Sola, condesa de Rocamari.

Según parece - siempre guiándome por relatos escuchados - la condesa de Rocamari ,esposa del 2º comandante de la Base Naval de Maó, (asesinado en los sucesos de la noche del 2 de agosto en La Mola) fue detenida mientras intentaba embarcar desde Maó rumbo a Barcelona, para, desde allí, pasar a zona nacional.

Supuestamente, llevaba consigo documentos pertenecientes a su marido y relativos a la Base Naval.

Trasladada a La Mola, es fusilada y arrojada al mar en el lugar llamado "Punta Esperò".

Allí, se puede ver una lapida recordatoria donde leemos que fue "arrojada aún con vida" desde lo alto del acantilado.

Como si el hecho no fuera, ya de por si, lo bastante trágico, se le añade después el "boca a boca" , lo cual convierte una historia, suficientemente angustiosa, en un vía crucis plagado de detalles para alimentar el malsano morbo de algunos.

He podido escuchar relatos verdaderamente aterradores sobre lo que sucedió en los momentos anteriores a su asesinato, prefiero no contarlos; además de que son difíciles de creer, contribuyen -creo yo- negativamente a la memoria de esta mujer por la que siento un enorme respeto.

Si uno se acerca al lugar desde el que fue arrojada, se da cuenta de que es harto difícil que permaneciera tres días viva y lamentándose como se cuenta. Y, para rizar el rizo, es mas difícil de creer todavía que un pescador, al pasar por allí con su barco, le disparara y así acabara con su sufrimiento.
No negaré, que todo pueda ser posible, pero de no serlo, flaco favor se le hace - repito- a su memoria.

Lo cierto, es que poco después empezaron a circular historias sobre apariciones fantasmales, y muchos soldados aseguraban haber escuchado a " la dama blanca " como lamentaba su mala fortuna.

Muy pronto se convirtió en una novatada de cuartel. No faltaba quien asustara a los reclutas, en sus primeras guardias, con el cuento de que en ese lugar se aparecía el fantasma de la malograda dama. En más de una ocasión se realizaron disparos contra lo que el centinela asustado aseguraba era una presencia con forma de mujer envuelta en un manto blanco; aunque, lo cierto era, que al día siguiente aparecía algún animal muerto por esos disparaos, siendo famoso el caso de una mula muy apreciada, por su buen carácter, por los niños que habitaban aquí en la década de los 40.


Para entender la reacción de estos soldados, debemos, en primer lugar, comprender que muchos de ellos procedían de la España interior. A los isleños o aquellas personas que vivimos cerca del mar, nos parece extraño que alguien se pueda sentir angustiado al contemplar su inmensidad; sin embargo, así es. Esos soldados eran llevados a sus garitas de guardia después de haber sido sugestionados con historias de apariciones. Desde allí, en aquellas largas horas de soledad, contemplaban aquel mar que no era más que una barrera infranqueable que los separaba de su hogar. Si a eso le añadimos el viento, que sopla de especial manera en La Mola, y la sombra de la luna sobre el monolito de la lapida recordatoria coronado con una cruz blanca, tendremos el cóctel perfecto para una visión fantasmal.



Pero, lo que completa todo este fantasmagórico escenario es un sonido peculiar y aterrador. Un sonido que se puede escuchar en La Mola y en muy pocos lugares más de nuestro Mediterráneo.








Se trata del Virot, conocido también por baldritxa o pardela balear.


Ave migratoria, pasa en los acantilados del norte de La Mola su periodo de anidamiento,
Con la luz del sol, el virot sale a recoger el alimento que guardará en su buche para, al regresar, alimentar a sus crías. Este alimento es recogido en alta mar; por esa razón no se le ve durante el día. De noche, la oscuridad hace que tan sólo se detecte su presencia por el sonido de su canto al sobrevolar los acantilados, o por las inquietantes sombras que se pueden apreciar al entrar ella, a toda velocidad, en las cuevas donde anida.

Quien ha escuchado el canto del virot cerca del monolito, después de escuchar una historia tan trágica como la de la condesa, aún siendo escéptico, no puede evitar sentir un escalofrío y una sensación de desasosiego que le empujan a escapar de ese lugar.

En realidad lo que sentían los centinelas era eso, la sugestión les llevaba a identificar el canto del virot con un lamento; o quizás era la condesa ¿Quién sabe? Pero si fuere ella, a buen seguro que no pretendía asustar a los soldados, sino a sus fusiles.




















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